En los albores del siglo XIX, en la ciudad de Veracruz, México, se tejía una leyenda que llenaba de misterio y temor los rincones de las calles empedradas. Era la leyenda de "La Planchada", un espectro enigmático y aterrador que vagaba entre las sombras y las noches de luna llena.
Cuentan que "La Planchada" era una joven hermosa y valiente que trabajaba como enfermera en el Hospital Civil de Veracruz durante la época de la Revolución Mexicana. Su nombre era Inés, y era conocida por su dedicación y ternura al cuidar a los pacientes, muchos de ellos soldados heridos en el campo de batalla.
Un día, mientras atendía a un joven teniente herido gravemente, Inés se enamoró perdidamente de él. Su corazón se entregó al amor sin medidas, y cada día sus sentimientos crecían más. Sin embargo, el destino les tenía preparado un giro trágico. La guerra se recrudeció, y el teniente partió a luchar en otra batalla lejana, prometiendo a Inés que volvería por ella una vez terminara el conflicto.
Días, semanas y meses pasaron, pero el teniente nunca regresó. Inés esperó con paciencia y desesperación, aferrada a la promesa de su amado. Sin embargo, el tiempo no fue generoso con ella. Día tras día, se sumían en la incertidumbre y la tristeza. La esperanza se desvanecía, y la soledad se apoderaba de su corazón.
Una noche, mientras la luna se reflejaba en las aguas del mar, Inés recibió una devastadora noticia. El teniente había caído en combate, y su cuerpo nunca volvería a casa. La pena y el dolor se hicieron insoportables para la joven enfermera, quien no pudo soportar la noticia de la muerte de su amado.
En un acto desesperado, Inés tomó la decisión de acabar con su propia vida. Con lágrimas en los ojos, se vistió con su uniforme de enfermera y se arrojó al mar embravecido. Pero su alma atormentada no encontró la paz en la muerte. En cambio, renació como un espectro vengativo con una plancha de hierro en la mano, simbolizando su uniforme y su dolor eterno.
A partir de ese momento, los testimonios de encuentros con "La Planchada" se multiplicaron. Se decía que aparecía en el Hospital Civil de Veracruz durante las noches, recorriendo los pasillos y las habitaciones con paso sigiloso y su plancha en mano. Su presencia causaba escalofríos a quienes la veían, y algunos pacientes aseguraban haber sido curados milagrosamente tras su visita.
Pero "La Planchada" también ejercía venganza. Se decía que aquellos médicos y enfermeras negligentes o malintencionados eran visitados por el espectro, quien los marcaba con su plancha ardiente dejando una quemadura en forma de cruz en sus cuerpos. Se creía que esto era una advertencia para aquellos que olvidaban su juramento de cuidar y sanar a los enfermos.
Con el tiempo, la leyenda de "La Planchada" se extendió más allá de los muros del hospital y se convirtió en una parte esencial del folclore veracruzano. Aunque algunos consideraban su historia como una simple leyenda urbana, otros aseguraban haberla visto, y muchos respetaban su presencia como una fuerza protectora y misteriosa.
Así, la leyenda de "La Planchada" continuó perdurando en el tiempo, recordándonos que el amor y el dolor son fuerzas poderosas que pueden trascender la vida y la muerte. Y aunque Inés ya no estaba viva en el sentido convencional, su espíritu encontró una forma de manifestarse, dejando una huella imborrable en las noches veracruzanas y en los corazones de quienes escucharon su leyenda.
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Leyendas Mexicanas
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